Enriquecer y complementar los servicios de distribución ya no es una opción, es una necesidad. En un mundo competitivo, que cambia con tal rapidez, el valor añadido es la clave del éxito.
Ya lo decía Charles Darwin en el siglo XIX: no sobrevive ni el más fuerte, ni el más inteligente, sino el que mejor es capaz de adaptarse a los cambios.
De ello hemos sido testigo en los últimos años, cuando una pandemia que casi pone el mundo patas arriba llevó a replantear muchos sistemas. Las ineficiencias, de golpe, podían ser puntos críticos para cientos de miles de empresas.
Sin embargo, saliendo de esta situación, los supervivientes de la crisis sanitaria pasaron a afrontar un nuevo desafío: el cambio en el paradigma de consumo. De golpe, todos los clientes querían más y mejor.
¿Cómo podría responderse a este reto? A través del valor añadido.
¿Qué es el valor añadido?
Tanto en la vida en general, como en el sector de la distribución en particular, ser el más grande no presenta por sí mismo una ventaja competitiva. Sin embargo, ofrecer al cliente lo que necesita o busca, incluso antes de que lo solicite, puede marcar una diferencia crucial.
En el transporte, desde hace más de una década se viene observando una tendencia hacia la globalización de servicios y, por ende, de compañías. Sin embargo, curiosamente, las empresas de mediano tamaño, especializadas o localizadas tanto sectorial como geográficamente, siguen defendiendo su terreno, demostrándose imprescindibles para el buen funcionamiento de la industria.
Detrás de ello se encuentra el valor añadido que, por su naturaleza, cercanía y especialización, les permite responder con rapidez y eficiencia a los requisitos de la nueva demanda.
¿Cuál es su peso en la distribución de mercancías?
Las entregas se han convertido en el pan nuestro de cada día. De ser algo excepcional – sinónimo muchas veces de algún regalo corporativo o algún envío de alguien que vive lejos – recibir paquetes en la puerta de casa ha pasado a ser una práctica habitual de la nueva normalidad.
Tras superar por primera vez los 100.000 millones, el volumen mundial de entregas espera llegar a alcanzar los 262.000 millones de paquetes anuales para 2026.
Actualmente, esto ya supone que, cada segundo, se envían más de 3.000 paquetes en los 13 principales mercados mundiales.
Que una caja o un producto aparezca en la puerta de tu casa ya no es una novedad. Por ello, frente a pilares como el precio o los tiempos de entrega, cada vez más ajustados, día a día son más las firmas que apuestan por dar más valor a sus entregas a través de servicios adicionales.
¿Cómo aplicar el valor añadido a las entregas?
Para poder hablar de valor añadido cabe preguntarse cuáles son las necesidades específicas del cliente y, sobre todo, del tipo de artículo que se está transportando.
Teniendo en cuenta estas características, los stakeholders del sector pueden empezar a plantearse qué tareas les permiten diferenciarse y aportar más beneficios a sus clientes – hecho que repercute directamente en su fidelidad a la marca -.
Más allá de las medidas encaminadas a otros requisitos transversales, como son la innovación o la sostenibilidad, lo realmente importante del valor añadido en el sistema de distribución es partir de la experiencia de entrega y enriquecerla.
Así, si hablamos por ejemplo de un transporte tan particular como es el de productos de gama blanca, cabe preguntarse: ‘A parte de recibir su electrodoméstico, ¿qué más puede necesitar el cliente?’.
De esta manera, empresas como Transporte Inmediato apostamos por hacer de una tarea, cuatro. Así, a parte de la entrega, montamos, recogemos el producto usado y gestionamos los residuos ante el organismo pertinente.
Siguiendo estas pautas, nos adelantamos a las necesidades de los usuarios finales, brindando una respuesta integral.
Definitivamente, es un sí
Teniendo en cuenta la evolución del mercado y de la industria, no resulta sorprendente que cada vez más jugadores se sumen a la ola del valor añadido. Su boom, que le ha dotado del protagonismo que hoy avala su peso en el sector, está más que justificado.
Solo las empresas que entiendan que distribuir es mucho más que entregar un paquete podrán sobrevivir al cambio. Solo aquellos dispuestos a escuchar y analizar, podrán adaptarse.
En términos generales, tan solo las empresas que crean y sepan cómo aplicar el valor añadido a sus cadenas productivas podrán afrontar los desafíos presentes y futuros.